Déjame que me adentre
al abismo de tus sentimientos,
a tu alma pura,
a tu corazón ardiente.
Déjame,
que acaricie tu pelo,
tu cuello suave,
columna e istmo
entre la cordura
y la locura de tu cuerpo
que a mi cuerpo llama.
Déjame ser,
calendario de tus días,
intérprete de tu tiempo,
caminante y compañero,
siempre a tu lado,
en el caminar
sobre los haz de luz
que atraviesan nuestro universo.
Déjame,
ser el eterno reo de tus cadenas,
pues para mí,
no hay aflicción mejor,
que sufrir el castigo
de tu inmenso amor.
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