Me encanta escribir poemas
sobre tu piel,
acariciando la cálida timidez
que acuna, uno a uno,
que acuna, uno a uno,
mis enamorados versos.
Me encantan, circunflejos,
los acentos en tus pechos
al derecho y al revés,
y en tus caderas,
existente o inventada,
mayúscula arrogante
o minúscula agazapada
a la espera de la perífrasis
voraz que te consuma
y me consuma de placer.
Y es que, me encanta escribirte
versos con mis besos
en el lienzo de tu cuerpo,
con las caricias de mis dedos,
con todo mi cuerpo.
De piel a piel.
¡Cómo me encanta
ver corretear
las diminutas y húmedas palabras
que de mi lengua saltan
y van directas a caer
por las laderas de tu cintura!
Son tus nalgas
el placer del sublime adjetivo,
puro eufemismo amable,
admirable recreo,
deseable reencuentro
de las ninfas con sus faunos,
alegoría, siempre,
de mundos de fantasía.
Tus muslos, ambrosía y deleite
en consonancia y asonancia
de mundos paralelos
que se saben, tan iguales,
pero tan diferentes…
Guardianes cómplices
de las puertas del cielo,
de las sendas del placer.
Me encanta suavizar el matiz
del significado de la palabra amor,
para alargar, en circunloquio,
mi último verso
en tu último renglón,
entre sustantivos y verbos
consecuentes y dispares,
inconexos, susurrantes de placer,
tras la lectura lasciva
de mis estrofas
en cada uno
de los renglones de tu piel.
Y así, entre anáforas y epiforas,
entre onomatopeyas plenas
de bellas y amorosas aliteraciones,
entre anadiplosis y sinestesias,
me encanta amarte con mis versos
escritos en tu piel.
Junto a mi piel,
tu piel
Cómo me encanta,
después de escribirte
mis poemas,
ofrecerte mis brazos,
abrazarte y arroparte,
junto a mi.
Apartar el pelo de tu cara
para ver tu linda cara,
y besar esos ojicos wapos
que son mi perdición,
mis musas, mi dolor
de tanto quererte.
…..ooOoo…..