Mi Señora, mi Dama
mi Amada y mujer fermosa,
allá donde las hubiere.
Sabed de mis desdichas
por vos, de no teneros
junto a mí a causa de estas
malditas guerras.
Mas non quedo muerto
desta guisa, en tal caso, ferido,
ya que esta ingrata lejanía
aún me da probanza
para no cejar en mi empeño
de poder, algún día,
a vos alcanzarla
y tenerla entre mis brazos.
Sabed vuestra Merced,
que con anhelo,
día a día,
espero el momento
de hallarme junto a vos;
pero sabed, mi Amada,
que tortuoso es el regreso,
pues en este tiempo,
las nubes nos propician,
tan dadivosamente sus lluvias,
que se anegan los caminos
y aún se más tortuosa la marcha.
¡Maldita guerra!
Ferido, sí, tengo agora el corazón
de no poder estar en persona
junto a vos.
Mi corazón se me desgarra y sus
latidos…
oilles cómo retumban
en mi pecho.
Insoportable este dolor,
me oprime y ahoga
por no poder estar junto a vos.
No padezcáis por
esta pobre alma
que sufre castigo,
ya os digo,
que hago acopio de valentía
por siempre ir con la mirada alta
sabiendo que, vos,
sois mi norte y mi guía.
Allá do encontrase jallanes,
más liviana sería la empresa
de doblegallos y matallos,
que facer rodar estas ruedas
con carros tan pesados
tirados por acémilas viejas,
que no sierven ni para alimentar
a perro desvalido y flaco.
De grado o por fuerza,
debo quedarme con mi tropa
en aqueste lugar de infierno y lodo
y soportar mosquitos además.
Mi adorada Señora,
mi siempre Amada,
no encuentro el día ni la hora
por poder acariciar,
tan siquiera,
la sutil puntilla
de vuestro velo.
Las horas me parecen días,
los días meses y los meses
en años se me convierten;
que jamás terminan el calendario.
Deme vuestra Merced sus bendiciones
para que en esta insalubre tierra
no nos ataque ninguna enfermedad
a causa del lodazal y los
mosquitos,
sobre todo por este hedor que
comienza
a notarse a aguas estancadas
por efectos de la calor.
Sin más, de vos me despido
con la esperanza
de tenerla entre mis brazos
más bien pronto que tarde,
para ver haceros pequeñica
entre mis brazos.
Mi honor, mi fuerza y mi valentía
queden con vos,
aunque, de todo ello,
un poco me reservo
aquí conmigo
para salir de buena lid
de esta tierra maldita.
A los pies de vuestra Merced quedo
con el siempre y eterno placer
de pensar en el pronto volver
para estar junto a vos.
El Caballero.
……ooOoo…..
(Anda que... Hacía tiempo que no salía a pasear el viejo Caballero)